Queriendo desaparecer!

Había corrido desde San Mungo, no paró en ningún momento, ni siquiera cuando sentía que no tenía aire, las ganas de desaparecer eran demasido grandes como para pensar en eso. Sabía muy bien en donde estaba y no le importaba, sabía que habían muchos magos tenebrosos en ese callejón pero no le importaba, solo quería desaparecer, olvidarse de sus problemas, pero eso no era posible.

Se estaba metiendo en un terreno demasiado peligroso, y más aun a esas horas de la noche y poco le importaba, le estaba haciendo bastante daño a sus seres queridos y eso la dañaba aún más, creía que si desaparecía todo se arreglaría y, de un modo figurado, así sería. Rose encontraría la carta, la leería y se aclararían sus dudas, y también el sufrimiento de Sean por no poder decirle a su hermana que estaba pasando.

Sentía que el corazón se le iba a salir, los pulmones, las piernas y los pies le dolían bastante, había corrido unos cuantos kilómetros sin parar, era natural aunque el dolor era ya casi insoportable, pero eso le gustaba, prefería mil veces sentir un dolor físico, a un dolor sentimental. El dolor físico opacaba al sentimental, hasta casi desaparecerlo… Ahí se le prendió el bombillo, dolor físico en vez de dolor sentimental, no era una buena idea, pero era la mejor que tenía en esos momentos. Aún recordaba las amigas que tuvo una vez en Italia, ¿y si se iba? Ellas le habían ofrecido quedarse allá, ¿seguiría en pie esa propuesta? Pero si se iba, dejaba a Darien ahí, y no podía ser tan cruel.

No podía irse y dejar a su familia ahí, no podía, y menos así como así. Pero, si se quedaba, seguiría haciendo más daño, y eso era lo que más odiaba: hacerle daño a sus seres queridos. Su cabeza le decía que se fuera, que así era mejor pero una pequeña vocecilla le decía que no, que si se iba las cosas empeorarían y, lamentablemente, la voz de su cabeza era más fuerte e insistente que la pequeña vocecilla.

Se recostó de una pared, tomándose la cabeza con ambas manos, cerrando los ojos con fuerza. No tenía fuerzas para nada, apenas respiraba, se sentía pesada, débil. Hacía rato ya que estaba llorando, pero ahora las lagrimas eran menos, ya no tenía lágrimas para derramar, sollozaba en silencio, bajo la atenta mirada de las personas que estaban allí. Los más interesados en ella eran los hombres, las mujeres la miraban con repulsión; ella tenía la cabeza baja, no se percataba de todas esas miradas intimidantes.

Se dejó caer en el suelo, siendo observada fijamente por esos hombres. Tapó su cara con sus manos, intentando relajarse, cosa que no conseguía, no lograba calmarse y pensar con cabeza fría, no podía y eso la enfurecía y la alteraba más. Esa noche sería larga, muy larga. No sabía si regresaría a casa, si iría a Hogwarts o si dormiría allí mismo, no le importaba para nada dormir en el suelo, ya lo había hecho varias veces en su casa de pequeña, así que estaba acostumbrada. No se percató de que uno de los hombres comenzó a acercarse a ella.

- Pero mira que tenemos aquí. – dijo uno de ellos, acercándose peligrosamente a ella.

No levantó la cabeza en ningún momento, mas bien intentó ignorarlos pero ellos no se darían por vencidos tan fácilmente, y menos con una niña de apenas dieciséis años.

- ¿Qué te pasa preciosa? Uuuy, está sola Jake. Una muy buena oportunidad. – dijo otro, riéndose.

Ahí comenzó a sustarse, se armó de valor y levantó la mirada, tratando de parecer severa, fría, pero le era muy difícil teniendo los ojos rojos y estando débil y cansada. - ¿Qué quieren? – dijo lo más cortante que pudo.

- A ti, nena. – dijo el que respondía al nombre Jake, con una sonrisa maliciosa en su cara.

El corazón comenzó a latirle con fuerza, asustado, desbocado. Estaba en un tremendo lío, y no tenía la más mínima idea de cómo salir de él, trató de mantenerse relajada, seria, pero el miedo era demasiado. – Largo, la función ya terminó. – dijo cortante, seca. Eso pareció enojarlos.

- A mi nadie me habla así, y menos una mocosa como tú. – dijo el tal Jake, la tomó de la mano fuerte y la obligó a levantarse. – Quieras o no esta noche te quedas con nosotros, ¿oíste nena? – dijo, sonriendo de lado con malicia.

- ¡Suélteme! – exigió ella, intentando liberarse pero su agarre era muy fuerte.

- No te resistas, solo disfruta. – dijo el otro, pasando un dedo desde su mandíbula hasta el comienzo de sus senos.

- ¡Que me suelten he dicho! ¿Qué son sordos o qué? – dijo, altanera. Tenía que controlarse, siendo de esa manera solo conseguiría enojarlos más y no saldría bien parada.

- ¡Pues te jodes, te quedas con nosotros y punto! – dijo Jake, la tomó por la nuca y la besó duro, salvaje, a la fuerza. Intentó por todos los medios safarse, pero él era más fuerte que ella, y se le dificultaba el escape.

Como si fuese un juguete o una muñeca de plástico, el otro hombre la tomó y la besó él, reclamando su parte del “tesoro”, mientras el otro se carcajeaba.

Llegue al callejon luego de pasar por casa,mandarle una lechuza a Dar,y revisar varios otros lugares(xD),logre divisar la figura de mi hermana rodeada de unos tipos,que se estaban aprovechando-HEY!-grite corriendo,golpeando a uno en la cara,tomandolo desprevenido.

Era costumbre estar dando vueltas por ahi,pero esta noche era diferente,se sentia raro el aire,colmado de tension,pase por varios huecos,hasta que escuche voces y no directamente sutiles,pude divisar por entre medio a Sean y a Ash,sali corriendo tirandoe encima de uno de los tipos que estaba tomando a la "peque"..-Hey NO LA TOQUES!-geite asestandole un buen golpe..

- ¡Ey! Si quieren su parte, tendrán que esperar, puede que mañana en la noche se la demos, como puede que no. – dijo Jake riéndose con malicia. La agarró del brazo de nuevo.

- ¡Suéltame estúpido imbécil! – dijo intentando safarse, más pálida que la leche, aunque intentaba disimularlo.

Tome el brazo de Jake-Saca tus manos de mi hermana-gruñi,pegandole una patada.

Me escurri hasta estar al lado de Sean intentando formar una barrera delante de Ash..-Que la sueltes-dije serio

- No, ¡paren! - dijo intentando detener la pelea que se estaba formando. Ya bastante tenía con lo de Rose, no quería que ellos dos saliesen lastimados también por su culpa.

- Eso, haganle caso a la enana. Sean cobardes y larguense! Pero eso sí, ella se queda con nosotros. - dijo el otro, visiblemente cabreado y enojado.

-Ja!Contame otro que sea mejor-dije sin moverme-Le tocas un pelo a mi hermana y te arrepentiras por el resto de tus vidas-amenzate,fulminandolos con la mirada,sin miedo.

-En tus sueños idiota-la empuje con la espalda contra la pared,dejandola a "resguardo" al menos por un momento..

- Bueno ya, paren, vámonos. - dijo jalándolos a ambos por las muñecas.

- Ah no, querida, tú no te vas y menos tan fácil. - dijo uno acercándose preligrosamente a ella.

- ¿Qué más quieres? Ya me besaste y me medio manoseaste. - dijo enojada, pero a la vez asustada.

- No me conformo con eso. - dió un paso hacia ella.

Se interpuzo en el camino del tipo-Sobre mi cadaver-dije sacando la varita y apuntandolo.

-No llegaras ni a rozarla-le dije al que se estaba acercandose,deslise la mano por la tunica hasta dar con la varita,aun sin sacarla,solo por las dudas,sin separarme de ninguno de los dos

- ¿Quieren jugar? Bien, jugaremos. - dijo uno de ellos y ambos sacaron las varitas, apuntándolos a los tres.

- ¡No! Chicos no, paren. - dijo comenzando a preocuparse.

-Ash,calmate-le dije-Anda a ver si son tan hombres-dije furioso fuera de si.

- ¡Sean! No. - dijo, intentando evitar una evidente pelea.

-El mocoso se cree muy hombre-dijo uno riendo.
hice una mueca.
-Expelliarmus!-dije apuntandolo

Uno de los tipos salió despedido hacia atrás.

- Te has ganado un viajecito a San mungo, mocoso! - dijo el otro, apuntando a Sean para atacarlo. Ella se imaginaba que clase de hechizo le lanzaría, después de todo eran unos magos oscuros. - ¡Crucio! - murmuró el hombre.

Asustada se interpuso rápidamente entre los dos, recibiendo la maldición ella, retorciendose de dolor en el suelo.